Igual que terminaba el Camino el verano pasado, con 27 Kms y encontrándome realmente mal, hasta casi caerme, así comencé este.
Después de escribir las notas en la cena de ayer, empecé a sentirme mal. Como pude llegué al baño. No atinaba a alcanzar el interruptor de la luz.
En un rato, recuperado.
Hoy ya es otro día. Como predicen agua, lo tomo con calma y hablo con Andreu para coincidir en las tortillas de El Buen Suceso.
Bajo un puente del tren |
Luego, charlando, vamos pasando pueblos hasta llegar a Buiza, donde arranca una subida dura hacia las Forcadas de San Antón.
Hay que ir parando a recuperar. La cuesta nos va mostrando sitios cada vez más espectaculares, y eso hay que inmortalizarlo. Así, entre foto y foto vamos avanzando y descansando, empapándonos del paisaje.
Llegando a la cima hay que abrigarse, el viento añade otra dimensión a la experiencia. La bajada entre neveros se pasa volando, el Camino se convierte en un arroyo con agua del deshielo.
El agua hace del Camino su cauce |
Primeras nieves. No sabíamos hasta dónde estarían con nosotros ni hasta dónde terminaríamos de ellas |
En un paseo estamos en Poladura de la Tercia. Caemos en que desde la tortilla de las 11h no hemos comido nada serio, salvo fruta y calóricos. La cena es a las 19:30h, que nos traemos al albergue, todavía frío (un radiador eléctrico y un calefactor son poca cosa).
Todo era un charco inmenso |
Empezó a llover justo cuando llegamos.
Mientras escribo se está terminando de secar la ropa, y no, no la he lavado.
Como suele pasar, durante la caminata tengo pensamientos que me llaman la atención y que luego no consigo recordar para estas notas.
Ya es de noche y las nubes están cubriendo las montañas que nos rodean.
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