20/4/2016 Poladura de la Tercia - Pajares



Previsión de lluvias al menos durante toda la mañana. Las opciones son 14Km o 31Km. No hace falta darse una paliza, ni andar solo por la montaña. Con este clima es desaconsejable, aparte de los buenos ratos que se pierden caminando con otros peregrinos. En este caso, Andreu.



Con calma hacemos las mochilas esperando que escampe un poco, pero nada, a colocarse bien el poncho, los guantes, la cámara, los bastones, las polainas y a salir a la aventura. Nos han asegurado que vamos a encontrar bastante nieve.



Las primeras rampas nos hacen coger altura y vamos descubriendo paisajes cada vez más bonitos. Las manchas de nieve son frecuentes y van aumentando. Esto hace más llevadera la fatiga.


Como si fuera un paraguas, abajo a la izquierda la Cruz de San Salvador

Y el agua que no deja de caer. Entre esto y el deshielo vamos ascendiendo por un manto de agua sobre la hierba, las piedras y el barro.




Sabemos que no tendremos muchas oportunidades de parar a descansar, supondría empaparse ya que por ahí arriba no hay cobijos ni apenas árboles para resguardarse (ni masajistas). Aprovechamos hacer una foto de vez en cuando para coger aliento y un poco de chocolate.

En la Cruz de San Salvador pensamos que hemos superado el tramo más exigente


Tocamos varias cumbres, ahí el viento pega duro. La lluvia se te mete en la cara porque cae casi horizontal, menos de 30º respecto al suelo.


Ya bajando, Andreu se escurre, acudo a ayudarlo a levantarse y caigo yo también, nada serio, el culo mojado. Pero él se ha torcido la rodilla. De momento no le da importancia.

Agua por todas partes. La hierba, el barro y la pendiente obligan a bajar el ritmo





No sabemos cuántos kilómetros llevamos ni cuánto tiempo. Esto es duro. Nos acordamos de los otros peregrinos que pasaron hace un par de semanas y sufrieron más de la cuenta. Las conversaciones nos ayudan a seguir adelante, no dejamos de comentar la locura que hubiera sido hacer este tramo en solitario.


Atravesar un nevero ya no tiene mayor importancia pero sí los arroyos que bajan llenos de fuerza y ensanchando los cauces sin pedir permiso.


En un punto vemos que no hay forma de cruzar: donde no es profundo es demasiado ancho como para que no se te llenen las botas de agua en el intento.


Localizo un estrecho que, previo salto, nos dejaría al otro lado. Pero la rodilla de Andreu no está para esas alegrías. Pasado un rato hemos descartado todas las alternativas (incluso intentar llegar a otro pueblo que vimos a lo lejos kilómetros atrás) y no queda más remedio que probar con el salto. Lo consigue a costa de dañar más la pierna.

Los pies terminan helados


El resto de la etapa lo hacemos despacio. Paró de llover, pasamos por pueblos abandonados y paisajes espectaculares. Conseguimos llegar a Pajares a las 18h, sin haber parado a comer. Unas fabes con fideos ¿? servirán para recuperar energías y ofrecernos una digestión complicada. Son las 3:15h, a ver si me duermo de una vez.


Marisa, hospitalera incombustible

Vistas desde el albergue



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